Diseños pensados para cuidar el medio ambiente, lo nuevo en interiores


El término nació, curiosamente, en los Países Bajos: Home (hogar). Esa idea, fruto de la necesidad de definir el conjunto de la casa, las personas bajo su techo y la satisfacción de dicha suma, surgió a mediados del siglo XVII. Le siguió la apropiación de las mujeres de ese espacio, al que se le fue imprimiendo afecto. Adquirió así la intimidad que para nosotros hoy es el sinónimo de la casa, la noción de lo privado,el lugar para resguardarse. Y dos siglos después, la Revolución Industrial completó el panorama. La electricidad permitió añadir el elemento que crearía el concepto de confort. Iluminar y poder controlar la temperatura lo transformaron todo. Nuestra vida ya no fue la misma.

Quizá suene lejano, pero no lo es. ¿Ha pensado cuánto tiempo de su día está dentro de un espacio cerrado? La casa, el transporte, el ascensor, la oficina, el centro comercial, el restaurante, el cine... todo. El interiorismo, que contiene la arquitectura y el diseño interiores con la decoración, es una disciplina que cada día adquiere más y más importancia en nuestras vidas y ya es materia de estudio en las universidades. La firma, este año, del manifiesto del IFI (International Federation of Interior Design) lo resuelve con una declaración de principios: "La responsabilidad del diseñador y arquitecto de interiores a través de la profesión es abogar por el bienestar social y del ser humano".

Así es. A ninguno se le escapa la importancia de la sostenibilidad. Del futuro. El foro 'Interiorismo para qué', organizado por la revista Proyecto Diseño y LaSalle College la semana pasada, dio cuenta de ello. "Diseñamos para mejorar la calidad de vida de las personas", dijo el argentino Marcelo Leslabay. ¿Cómo? Todo está fríamente calculado: crear un espacio por donde el aire circule para que la gente ni se adormezca ni se enferme, en el que se aproveche la luz natural al máximo, en donde los materiales empleados sean amigables con el medio ambiente, en el que el ruido esté controlado y el sonido o la música ambiental tranquilice (¿qué tal los spas?) y los colores activen (el rojo lleva a la acción) o permitan un descanso (el azul proyecta profundidad y el blanco atrae la luz natural). Todo está controlado: el ambiente propicio para comprar, la atmósfera ideal para sentarse a comer.

La minucia del diseño interior es tal que basta concebirlo como la creación de una escenografía; de la belleza, del bienestar, de la ostentación, del poder.

En esta búsqueda de ser recordado en un mundo de mil imágenes, las empresas han descubierto el potencial de tener una identidad clara. Detrás de las grandes marcas hay toda una búsqueda. Ejemplo de ello es el nuevo edificio de Colsubsidio, El Cubo, en Bogotá, que, más que un bloque de concreto y vidrio, proyecta su propia idea de la conservación.

Ambientes sostenibles
De la misma forma, dentro del hogar también se busca expresar un carácter. "Los espacios interiores resultan particularmente interesantes para trabajar pues debemos traducir los intereses de quienes allí habitan", explica el arquitecto Andrés Aitken, especialista en interiorismo. Si alguien es aficionado al coleccionismo, el espacio tendrá que lucir como una galería y tener un programa de iluminación muy puntual para que se aprecien las obras de arte. Pero si, por otro lado, hay niños pequeños en casa, habrá que hacer un esfuerzo de aislamiento sonoro de las zonas privadas para que el bienestar del hogar no se afecte. Asimismo, si el disfrute de la familia es cocinarles a los amigos, la vivienda debe estar diseñada para que esta función se cumpla. "El interiorismo tiene una función puntual: acercar la arquitectura hacia su uso y activar el ingrediente más importante: el confort", remata Aitken.

En esa tarea de descubrir las muchas formas del confort, el desarrollo sostenible y el empleo eficiente de la energía o de los materiales reciclables hacen la diferencia. Cada día más gente compra tecnología 'verde', pues significa un ahorro.

Según Marta Gallo, directora de Arquitectura e Interiores, ya no son los sobrecostos de 30 por ciento en las obras, sino del 5. Y esto viene acompañado de cambios de costumbres. Cerrar el grifo mientras se afeita, comprar muebles con elementos artesanales (siendo los países escandinavos los que mejor han integrado la tradición con el diseño industrial funcional, pero sin perder su carácter de edición limitada), o el furor en Europa: el movimiento Cradle to cradle (de la cuna a la cuna), que les sigue la pista a los materiales y ve cómo cambia su vida útil durante años a través del reciclaje... Llegará el día en que esto deje de ser noticia. Ojalá. (Dominique Rodríguez Dalvard / eltiempo.com)